Compré hace ya algunos años, en un Corte Inglés de Zaragoza, unas láminas que me parecieron de lo más bonitas y permanecieron en un cajón de mi habitación (en casa de mis padres) durante los años siguientes. Cuando mi marido (por entonces novio) y yo nos compramos el piso lo primero que pensé para poner en cuadros eran aquellas láminas que tanto me habían llamado la atención, y ni corta ni perezosa las hice enmarcar. Ahora presiden el comedor, arriba del televisor y me siento orgullosa de tenerlas porque son de uno de mis pintores predilectos. No estoy hablando de Sorolla, que es otro de mis pintores preferidos y que mencioné en la entrada anterior, sino de Carl Larsson, un pintor que cautiva por sus exquisitos detalles y sus retratos de la vida cotidiana de su familia. Su principal técnica es la acuarela.
Nacido en Estocolmo el 28 de mayo de 1853
Wikipedia: El estilo de Carl Larsson, que bebe del realismo de Barbizon, de la tarjeta postal y del Modernismo a partes iguales, cautivó a la época por la ternura que evocan sus numerosísimas ilustraciones donde representaba a su esposa y a los siete hijos que tuvo con ella: Suzanne, Ulf, Pontus, Lisbeth, Brita, Kersti y Esbjörn, nacido en 1900. Estos niños llegaron a ser tan populares que casi fueron tomados como personajes con identidad propia del arte de entonces.
Recuerdo haber echo una entrada de él hace tiempo pero me ha apetecido volver a poner otra y volver a rememorarlo. Os invito a que busquéis más trabajos suyos porque los hay realmente bellos.
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