miércoles, 26 de octubre de 2011

Capítulo 3 y 4(nuevo)

CAPITULO 3

Stena despertó, pero en vez de abrir los ojos lo primero que hizo fue escuchar el ruido que había a su alrededor. No estaba en el bosque, eso era seguro,porque escuchaba el crepitar del fuego y un reconfortante calor por todo su cuerpo. Debía de haberla rescatado su clan pero entonces algo le llamó a atención y fue un fuerte olor desconocido para ella. Abrió los ojos sobresaltada y se incorporó asustada sobre la cama. Estaba en una cabaña extraña. Pequeñas bolsas de cuero colgaban por todo el techo y también plantas resecas puestas boca abajo. Stena le recordó a la cabaña de Torgum, el curandero de su clan pero de algún modo era distinta, y debía de ser por el olor. Un hombre mayor y un joven estaban estados en una mesa comiendo. Stena intentó no hace ruido y volvió a tumbarse para analizar la situación. Cerró los ojos lo suficiente para pensar que dormía pero bastante para analizar a ambos individuos. El hombre mayor vestía con una gran túnica larga con capa desgastada de color gris oscuro, con un cinturón negro, no podía verle el rostro porque estaba de espaldas. El otro desconocido debía de ser su hijo porque era muy joven, de una edad parecida a la suya. Llevaba una túnica corta hasta las rodillas de color verde con un cinturón con un broche, unos calzones negros que llegaban hasta unas botas altas hasta las pantorrillas de piel de conejo. Era moreno de cabellos ondulados que le llegaban hasta el cuello y podía verle el rostro porque estaba de lado charlando amistosamente con el otro hombre. Tenía una nariz pequeña, llena de pecas y rostro cuadrado. Algo llamó la atención de Stena y desvió la vista para fijarse en un tapiz que decoraba la parte de arriba de la chimenea y llevaba cosido el escudo del clan de los Balan: una gran liebre corriendo de color negro en un fondo amarillo. El corazón de Stena comenzó a palpitar con fuerza y echó mano a su cincho para buscar su cuchillo, pero por mucho que palpó no lo encontró. Claro, no la iban a dejar armada, eso era normal.

Se incorporó sin hacer ruido de la cama y dio varios pasos para dirigirse a la puerta que la había localizado a pocos pasos de ella.

  • Buenas noches- exclamó una voz tras de ella. Stena se paró en seco asustada y se dio la vuelta. Ambos desconocidos la miraban sonriendo. Ella abrió las piernas y alzó sus brazos preparada para luchar.

  • Alto, alto, muchacha- dijo el hombre mayor que ahora sí que podía verle la cara Stena y que le pareció de lo más agradable.- no vamos a hacerte daño.

  • Sois del clan Balan.- dijo dando varios pasos hacia atrás.

  • Si, pero no estás prisionera.

  • ¿Entonces porque estoy aquí?- Stena no creía ni una sola palabra de las que le estaban contando.

  • Te encontré desmayada en el Bosque Profundo y te traje aquí.- el joven se levantó e intentó acercarse a ella pero el anciano le detuvo cogiéndole la muñeca.

  • Deberías de haberme dejado tranquila, mi clan estaba buscándome.

  • Tu clan ya se había marchado de zona.

  • Pues haberme llevado hasta mi clan si no ibas a tenerme prisionera.- Stena ya tocaba el pomo de la puerta y comenzó a empujarla cuando la cabeza volvió a darle vueltas y se agarró a la puerta con ambas manos para no caer al suelo.

  • Claro, y exponerme a que me apresaran ellos ¿no?

  • Déjala tranquila- exclamó el hombre mayor- aún está débil. Ha perdido mucha sangre.

  • Pues que vuelva a la cama y que nos deje ayudarla.

  • Ponte en su situación. - dijo el hombre mientras se acercaba hasta ella para ayudarla a llegar hasta la cama de nuevo. Stena protestó ante la ayuda pero estaba demasiado débil apartarse de él y se dejó llevar hasta la cama, donde se sentó para volver a tumbarse.

    En ese momento alguien toco a la puerta y Breogán se asustó. Debía de ser alguien del clan buscando alguna poción. Tardin le tocó el hombro para calmarlo y se acercó hasta la puerta que entreabrió.


CAPITULO 4

Después de hablar un rato Tardin volvió a cerrar la puerta y miró a Stena con cara de preocupación.

  • Acabo de hablar con Cinaro y me ha dicho que el clan de los Kanla ha sido atacado por los Marlon esta misma noche. Han aprovechado que muchos habían ido a buscarte al bosque y han atacado vuestro poblado.

  • Eso es imposible- exclamó Stena incorporándose de la cama, de nuevo.

  • Cinaro estaba cazando esta mañana antes de que saliera el sol y un fuego le llamó la atención, así que fue a ver de qué se trataba y se encontró con varios Kanla recogiendo los cadáveres de los asesinados.

    Stena se calzó lo más aprisa que pudo y se levantó pero nada más pisar el suelo un dolor intenso se apoderó de ella y no le quedó más remedio que volver a tumbarse.

  • Mierda- exclamó impotente.

  • No te apures. Yo iré hasta tu clan para avisarles, o al menos les dejaré una señal para que sepan que estás viva.- dijo Breogán viendo la rabia asomar por la cara de la joven.

    Stena asintió agradecida mientras vio como el muchacho se marchaba de la cabaña.

  • Y ahora a descansar- el anciano se acercó hasta ella y le ayudó a tumbarse de nuevo. Stena intentó poner en orden sus pensamientos pero era difícil concentrarse con el dolor del hombro. No había forma de salir corriendo de allí y alcanzar al resto del clan. Seguramente se marcharían pasadas las Montañas Blancas, a su siguiente emplazamiento y si no los alcanzaba a tiempo el Paso de Hal-Manat quedaría cerrado durante las primeras nevadas de invierno. No podría estar con ellos hasta la primavera. Pero ¿cuantos de ellos habían sobrevivido? ¿Sus padres estarían bien? Se sintió culpable por no haber estado allí luchando justo al resto del clan y posiblemente morir con ellos. Era injusto. Si no hubiera echo caso a Targum ahora no tendría que estar inmóvil en un camastro desconocido y rodeada del clan Balan. Maldijo en voz alta y de inmediato comprendió que no estaba sola, el anciano la miró un momento pero no dijo nada.

  • Duerme un poco. - dijo con amabilidad. Stena cerró los ojos y a pesar de todas las preguntas sin contestación que tenía en su mente se quedó dormida de inmediato.

    Despertó horas más tardes cuando la zarandearon, con suavidad, en el hombro. Abrió los ojos sobresaltada y vio la mirada de Breogán sobre ella.

  • ¿ Qué tal estás?- dijo el chico mientras Stena se sentaba. Tardin le puso un cojín en su espalda y ella pudo recostarse sin que el hombro sufriera.

  • Mejor, gracias- No era verdad pero no quería sentir debilidad delante de un Balan.

  • Tu clan se ha marchado después de enterrar a los que perecieron durante la refriega. No me preguntes hacía donde se han marchado porque cuando he llegado ya no quedaba nadie, pero las huellas apuntaban hacia el norte. Así que me imagino que tú sí que lo sabrás.

  • Si- dijo seria- han caído muchos.

  • He contado una diez tumbas, lo siento.

    Stena tuvo ganas de llorar pero se aguantó las ganas. No quería darles el gusto de ver como una Kanla se rebajaba hasta tal punto así que respiró hondo y miró a los ojos a Breogán.

  • Tengo que marcharme para darles alcance.

  • Ahora mismo no tienes fuerzas ni para llegar hasta la puerta, ni mucho menos un viaje largo.

  • ¡Pero no puedo quedarme aquí! No llegaré a tiempo. La nieve está a punto de llegar y no tendré tiempo de alcanzarles.

  • ¿Y cuanto piensas andar hasta caer al suelo? Tendrás que pasar en invierno aquí y luego ya nos inventaremos alguna historia para que Breogán te acompañe.

  • ¡Ni hablar! Yo no pienso acompañarla. Cuando pasen las nieves ella misma podrá ir sola.

  • Tu mismo me has contado que la loba Kanla olió su sangre así que no parará hasta que le de caza.- dijo Tardin mirando serio al muchacho.

  • Yo puedo encargarme de ella.

  • No será sólo de ella, sino que intentará darte caza con toda la manada. No podrás con todos ellos. Y luego está el echo de tener que pasar por varios territorios hostiles antes de llegar a las Montañas Blancas.

  • ¿Cómo sabes que van a las Montaña Blancas?- Stena no le había dicho nada y era imposible que él también lo supiera.

  • ¿No sabías que hablas en sueños?- sonrió en anciano. Stena lo miró avergonzada.



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